jueves, 16 de marzo de 2017

PERSÉPOLIS



Cómic: Persépolis
Autora: Marjane Satrapi
Número de páginas: 366
Año de primeras ediciones: 2000-2004
Género: Autobiografía histórica

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Aunque aún no ha sido prestado suficientes veces (treinta y ocho en total), al ejemplar de Persépolis que tengo entre las manos se le caen las páginas de cinco en cinco. En ellas, Marjane Satrapi, una artista iraní, nos cuenta su infancia y desarrollo vital, así como el devenir de su maltratado pueblo; en cuatro libros que se suceden cronológicamente.

El primero de ellos trata la llegada del integrismo islámico a su país, tras derrocar al máximo gobernador, el “Sha”, vendido a las potencias extranjeras, que acuden a la zona para controlar el “oro negro” de esta región, o sea, su petróleo. En la segunda parte llega la guerra. En las dos últimas, el exilio y posterior regreso de Marji (como la llaman sus seres queridos) a Irán, completando su madurez.

La obra se divide en pequeños capítulos, nombrados según elementos a veces esenciales y otras anecdóticos. Ya en el primero, “El pañuelo”, Marjane nos habla de la irrupción inesperada de una dictadura religiosa; con este trozo de tela como un símbolo de ese intento constante de las dictaduras por derretir conciencias e identidades en un todo homogéneo, casto, sin vestigios de más pasión que la sumisa.

Marjane, tras descubrir la empatía bañándose durante horas en memoria de su abuelo príncipe, quiere ser profeta, pero por alguna razón que aún no comprende, todos los elegidos de Dios han sido hombres. No hay en Persépolis nada dejado al azar, desde ese dibujo que parece simple y esconde un amor desbocado por el expresionismo. Cada línea negra transciende, significa y magnifica: las sombras en el rostro de una madre encontrándose con su hijo muerto de hambre a la puerta de su casa, aquel trazo grueso para los ojos de una niña que escucha obnubilada música por la calle, y las ojeras, muchas ojeras; cansancio de las guerras, los años, la tiranía, las bombas. Proporciones y leyes de la física dejándose contaminar por la emoción.

Aunque destaca sobre todo por su guión, hay en esta obra, además de un estilo uniforme, algunas estampas emocionantes, de una bella crudeza que clama al cielo: la aturullada “bicicleta de la revolución” (todos pedalean pero nadie conduce); las niñas uniformadas golpeándose el pecho por los mártires; o la desoladora, perfecta, capicúa y simétrica página 111 (en la edición de Norma Editorial): “la llave del paraíso era para los pobres”.

En anécdotas inimaginables (poner agua a hervir por la vergüenza social de no tener nada que comer, tragar nieve para no deshidratarse) asoma la terrible realidad de un país pleno en recursos naturales, pero destrozado por la crueldad y la guerra. Sobrevuela esta narración la férrea denuncia de cómo los errores políticos tienen sus consecuencias en las vidas de la gente, y no nos libramos los países occidentales, que vendimos armas a ambos bandos de la guerra entre Irán e Iraq, y llamamos rescate humanitario a nuestros propios intereses. Dice el padre de Marjane: “¡Sólo hay que mirar a Afganistán! Estuvieron en guerra durante diez años. Hubo 900.000 muertos y aún hoy el país sigue en el caos… ¡Nadie movió un dedo! ¡Porque Afganistán es pobre!”


Lo más maravilloso de todo es cómo la autora entrelaza las hazañas particulares de una niña que poco a poco intenta comprender el mundo con la historia global de un país. Así, el lector avanza de forma suave en ambas tramas, tan bien hiladas que nunca tenemos la sensación de alguien contando su vida, sino representando a un pueblo. Todo esto queda representado en Marjane mirando con desconfianza la plancha de su casa, sabiendo que con ellas se tortura a los presos políticos. Lo cotidiano y lo extraordinario, lo personal y lo universal.


Y la reflexión, porque al final Persépolis es todo reflexión, dibujada en blanco y negro, quizás por respeto a todos los que sufrieron, escrita en frases como “en un país medio analfabeto no se puede agrupar a la gente alrededor de Marx. Lo único que puede unirla es el nacionalismo o la moral religiosa". También sobre el amor, que es una carrera de larga distancia, la más larga de todas, porque no nos enamoramos de personas sino de imágenes nuestras. Y una carrera de obstáculos, porque conocer es un camino a lo desconocido.

Aunque sea una obra en defensa de la tolerancia, creo que la mayor crítica que hace de las dictaduras no es su maldad, sino su inutilidad. Tampoco funciona el hábito, que no consigue esconder ni las proporciones de una mujer ni su identidad política, según el número de mechones que deja al descubierto. Comenta la pequeña Marji sobre las obligaciones religiosas: “Al principio era un poco duro, pero aprendí a mentir muy aprisa”. Cuanto más se endurece el régimen, más se diferencian la imagen personal y la vida privada, fracasando el vano intento por controlar las vidas de todos; que sólo puede llevar a la sublevación, el engaño o el colapso humano. Anarquía, apariencia, asfixia. Son las únicas consecuencias finales de convertir por la fuerza a unos según los ideales de otros.

Respecto a ello, yo tengo un personaje favorito en este cómic, podríais ayudarme a encontrar su nombre. Es una silueta blanca que avanza por los tejados, en la noche, escapa de las armas y los hombres armados, intenta atrapar la luna y cae. Un símbolo eterno de la libertad, aún a costa de la vida. En fin, que Marji compite con sus compañeros de clase por decir quién reza más, y todo es una mentira; y aún en la Universidad, asciende hacia el conocimiento por escaleras diferentes a las de sus compañeros varones, no vaya a descontrolar sus mentes pecaminosas.


En último término, ésta es la historia de una mujer desolada, dividida entre culturas impuestas, sintiéndose extraña en todas; la Europa de consumo y libertades insospechadas; su país bajo el yugo de la opresión; “una occidental en Irán y una iraní en Occidente”. Pero sobre todo Persépolis es un canto a la necesidad de formarse para escapar de nuestras circunstancias, y construir un destino propio. Posteriormente, Marjane elaboraría junto conVicent Paronnaud una versión cinematográfica que sería nominada al Óscar.

NOTA: 9,1

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