domingo, 11 de junio de 2017

That Dragon, Cancer



Videojuego
Título: That Dragon, Cancer
Versión comentada: PC
Año de publicación: 2016

A pesar de la evolución de los tiempos, todavía campan a sus anchas enfermedades terribles que en determinadas circunstancias pueden terminar con el/la más fuerte de nosotros. El cáncer es una de ellas. 

Amy Green (guión) y Ray Green (diseñador) se unen a John Hillman (música) y Josh Larson (programador) para contar la terrible historia de su hijo, Joel Green, quien falleció de cáncer en 2014 a los cinco años.

Las posibilidades de este juego son limitadas, porque la experiencia que simula también lo es (tres personas encerradas en un hospital y en la angustia de una vida que se agota) pero intentas calmar al niño; jugar con él, imaginar, soñar, hacerle las cosas un poco menos difíciles. 

That Dragon, Cancer no es recomendable para todo el mundo, puede que quien haya vivido de cerca una historia de este tipo no pueda soportarlo, en realidad puede que cualquier persona sea incapaz de llegar al final.

Es una experiencia dura, sobre todo cuando termina, y en los créditos percibes con toda claridad eso que te habías negado a ti mismo, que Joel no era una montaña de píxels sino carne y hueso y alma que reía, se entretenía con cosas pequeñas, subía las escaleras de su casa levantando las rodillas y de vez en cuando caía al suelo.

Hay capítulos que son  pura clase de cómo narrar: el padre de Joel contándole la lucha contra su dolencia representada en un temible dragón, mientras tú juegas un plataformas 2-D; el excelso episodio de la revelación médica.

Éste es un doble homenaje; uno indirecto, a las capacidades del videojuego como discurso artístico, casi nunca aprovechadas; y otro directo, para todas las personas que han caído por culpa de este terrible monstruo; recuerdo aquel hospital lleno de manos pintadas en las paredes, fotografías recuperadas de familias perdidas, postales que te dejan un nudo en la garganta.

 Y esas cartas de la madre de Joel, que lee riendo, llorando o clamando al cielo; ese gigantesco naufragio del padre, que no quiere alcanzar el bote y aceptar el no ver a su hijo crecer y conseguir aquellas cosas para las que estaba destinado.

Todo queda representado en el capítulo Dehydration, donde se funden los sentimientos de Ray Green con el espectador, esa angustia de no poder callar los llantos de su hijo, nosotros porque así lo marca el juego y él porque, totalmente roto, no le queda la entereza necesaria para hacer sentir bien a otra persona. 

Hay quien le achaca a That Dragon, Cancer (por ejemplo, en Solo Indies) que tanta emoción esconde carencias en su apartado jugable. Es cierto, en ese sentido estamos ante un título muy limitado; y no somos jugadores, más bien un espectador en primera fila. 

Pero hay que contar con un tercer parámetro: lo bien que se conjugan sonido, imagen, imagen en movimiento e interactividad para contar no sólo una historia (la del niño de cinco años enfermo terminal) sino toda la metafísica detrás de ella (sus juegos favoritos, las creencias espirituales de sus padres, los océanos de lamentos y simbologías).


ANÁLISIS PUNTO POR PUNTO

Jugabilidad: 4,5
No es su punto fuerte. La libertad de visión es amplia, al estar en primera persona y poder girar el ángulo de visión hasta 360 grados, admirando así en primera persona los hechos; pero las posibilidades de juego son bastante limitadas. 

Eres más un testigo, una gaviota revoloteando, que un protagonista. That Dragon, Cancer es muy interactivo para ser un documental, pero muy poco para ser un videojuego. En esas líneas fronterizas nos movemos. Su rejugabilidad equivale a cero, sólo existe en base a que es precioso, entonces puede  que quieras volver a jugar. 

Precio/ Duración: 5
That Dragon, Cancer cuesta algo menos de diez euros, lo cual parece bastante excesivo si tenemos en cuenta su duración, en vez del hueco que ocupa en el corazón del jugador.

Podrían haberse aprovechado más los minijuegos, que tampoco son demasiados. Bastaba con crear algún nivel más de carreras o de plataformas, donde el jugador se siente a gusto después de tantos niveles de historia dramática y exploración. 

Se han querido centrar al cien por cien en la narratividad, lo cual no es criticable, pero la realidad es que en dos horas has completado la experiencia, sin objetivos claros para una segunda partida.

Aprendizaje vital: 9
En teoría aquí iría "Diversión", pero es que no tenía sentido calificar esta obra con esa emoción como referencia. Obviamente es entretenido, porque cualquier juego tiene que serlo, pero no es el objetivo. Un canto a disfrutar de quienes más queremos y un recordatorio de lo pequeños que somos, por si nuestras vidas no nos lo habían recordado suficiente.

Historia: 9,5
 Merecedor de premios, galardones y estatuíllas, este ejemplo perfecto de narración multimedia, demostrando las capacidades únicas del videojuego para llegar al público. Hace unos párrafos ya lo dejé muy claro.

Grado de dificultad: -
Según lo bien que te muevas y entiendas el entorno, tardarás más o menos en llegar al final preestablecido. Te puedes perder, pero no perder, porque la historia ya está escrita. Superarás todos los niveles y al final serás superado, sin muchas más complicaciones que las emocionales.





Tráiler del videojuego


Innovación: 8
Nos reconcilia con las grandes posibilidades del videojuego para trasladar acontecimientos, y también para mostrar sentimientos. El décimo arte, sepultado por las ansias industriales de las compañías, que tan a menudo dejan la originalidad y la expresión en un segundo plano.

Gráficos: 8,5
No se valora el nivel de realismo, sino la capacidad de simbolizar, ser icónicos, captar emociones y construir un mundo propio. En ese sentido, no hay nada que recriminar al maravilloso oasis onírico que han construido, a partir de una realidad tan dura y unos días entre cuatro paredes.

Sonido: 7,5
Un soundtrack, obra de John Hillman, a la altura de las circunstancias: el drama familiar de un niño de cinco años enfermo terminal. Intenso, profundo, bonito, no destaca pero hace destacar. Imaginar este disco con música de Radiohead quita el aliento, pero se ha hecho un gran trabajo.


NOTA: 8,4
That Dragon, Cancer se sale de lo estándar y es muy difícil de valorar. Por un lado, tenemos una experiencia corta, relativamente cara y con escasas posibilidades de participación del jugador, que simplemente se deja llevar río abajo. Y en ocasiones parece inacabado, algo así como una versión beta del mejor videojuego de la historia.

 Pero la emoción que transmite, así como la belleza poderosísima de algunos momentos y la forma de encajarse todos, convierten a esta obra en una referencia obligada para los corazones del planeta Tierra que no teman languidecer ante la ternura de un niño y la crueldad de un dragón llamado cáncer.

Si queréis descargarlo, aquí tenéis la página oficial del videojuego.

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