Película: Reservoir Dogs
Director: Quentin Tarantino
Intérpretes: Quentin Tarantino (Señor Marrón), Michael Madsen (Señor
Rubio), Tim Roth (Señor Naranja), Harvey Keitel (Señor Blanco), Edward Bunker
(Señor Azul) y.... Steve Buscemi (Señor Rosa)
Año: 1992
Duración: 93 minutos
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La carta de presentación de Tarantino en el mundo de cine fueron seis gángsters, un mafioso y su hijo (todos trajeados, él, chándal púrpura de marronero) charlando sobre Madonna en una cafetería norteamericana.
Tras discutir largo rato y acaloradamente sobre la necesidad de
retribuir (o no) a la camarera por encima del precio de los cafés hirviendo,
todos terminan cediendo su dólar y marchan a grandes pero lentas zancadas, la
cámara les da la espalda y aparecen letras grandes, un tanto horteras, estilo
Western: Reservoir Dogs.
No haré más spoilers,
salvo decir que toda la transición en la que cierto personaje aprende una
curiosa historia sobre drogas, es un ejemplo perfecto de narración
cinematográfica.
El bueno de Quentin, a lo largo de su carrera, que, según afirma
él mismo, finalizará pronto y con Kill
Bill Volumen 3, se ha centrado en un tipo de cine que en pleno 2017 puede
aburrir ya a alguno, pero en 1992 era tan fresco e innovador que provoca
carcajadas, de hecho, en ningún momento tenemos la sensación de estar
visionando una película "antigua".
A pesar de ser de las más cortas, no le faltan a esta obra los
típicos clichés del cine de este director, a saber:
Cómo
hacer una película de Quentin Tarantino
1- Utiliza litros y litros de sangre, convierte las ubicaciones en
cuadros de Pollock. Muertes múltiples y exageradas, que se note que no van a
volver.
2-Mete un cameo tuyo como director, nos ahorramos la contratación
de un actor secundario y con el dinero compramos drogas más sangre.
3-Detente en nimiedades que otros directores ni se plantearían,
creando un efecto de sorpresa en el espectador. Tipos que van a ser torturados hasta la muerte rayándose cinco minutos antes porque no hay mermelada en su tostada.
4- Crea sádicos con un toque ridículo; o anti-héroes de moral
ambigua (aquí todo el mundo puede pegar un tiro en cualquier momento).
5-Utiliza la música como parte de algunos acontecimientos, porque
lo es de nuestra cultura. ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?
¿Escuchan los psicópatas a Bee
Gees? (ver foto).
6-Flasbacks y narración compleja no-lineal, siempre. Que se note
que somos genios.
7-Mete diálogos rocambolescos y blasfemos, pero basados en la
cultura pop y de consumo. Los asesinos también tendrán que comer, y si tienen
prisa, irán al McAuto. Qué importa la salud. Total, puede que mueran mañana, o
los encierran en el trullo a tomar sopitas.
8-Explota el misterio y la intriga. ¿A quién no le gustaba jugar
al Cluedo?
A estas alturas, que su cine siempre o casi siempre cumpla este
octágolo, no sé si tomármelo como algo negativo o una genialidad del autor,
crear un universo propio tan rico que no necesita salir de él. O quizás se esté
riendo en nuestras caras. Quién sabe.
No tan icónica como sería después Pulp Fiction, la mayor virtud de esta obra es su simpleza: en lugar de ver a estos maleantes de un lado para otro, Tarantino les encierra en un punto, y se desencadenan (mientras van y vienen) las consecuencias de todo lo que –fuera de cámara- ha ocurrido. Olvidaos de las tan repetitivas e insulsas persecuciones con la policía, diez minutos serpenteando entre calles mientras se pone en riesgo a toda la ciudad.
Ésto es casi una obra teatral, con pocos escenarios ¡y el más importante, no aparece!, mezclando de forma sublime lo que el espectador directamente observa y lo que cuentan los personajes, que tanto puede ser cierto como no. Gracias a las técnicas de narración no secuencial utilizadas por Quentin, el espectador se encuentra en ascuas, al igual que cada personaje respecto de los demás, ¿quién es quién? ¿qué ******* ha pasado en la joyería?
Una película catalogada para mayores de dieciocho años que realmente sólo deberían ver los mayores de dieciocho años; un puñado de perros sarnosos intentando llevar a cabo el asalto de sus vidas. Todos son sanguinarios, unos más que otros y el Señor Rosa, encima, es profesional. Por alguna razón, me causa gracia que un enclenque se pase toda la cinta pidiendo a los demás (en general, unos cerdos atolondrados que no escuchan mucho más que el serrín de su cabeza) que sean profesionales. Y, como anécdota, Eiichiro Oda se basó en este personaje para el diseño de Sanji, uno de los protagonistas de One Piece.
En un momento en que el cine hollywoodiense estaba saturado de lugares comunes, un sólo hombre, como dirían en las películas del Oeste que tanto venera, supo ponerse a la altura de todos los demás juntos y crear sus propias convenciones. Es curioso comprobar cómo algunas de estas le acercan al realismo (cuando disparan a alguien, se pasa desangrando el resto de la historia); otras lo alejan (algunos, literalmente, salen volando al primer tiro, como si fuera un huracán).
He aquí una manera diferente de hacer cine a la que nuestro amigo de gran mentón nunca renunció. A mí, la verdad, me cae bien. Da la impresión de no tomarse muy en serio a sí mismo. Como Beck. Ando escuchando el rollo country- rock- electrónico- ecléctico de Odelay. El Sol empieza a salir, "pero aún es mayo para ir a la playa".
NOTA: 8,9
MÁS
Películas de Tarantino reseñadas en el blog: Los Odiosos 8
Y de otros autores: Más películas
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Fotografía de muñecos extraída de Photopin
Profound Whatever <a href="http://www.flickr.com/photos/8344872@N05/5106626808">Reservoir Dogs</a> via <a href="http://photopin.com">photopin</a> <a href="https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/2.0/">(license)</a>
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